El olor a tierra mojada en los campos estériles inspiraba asta el alma más callada.
El cielo otoñal con pies pesados se extendía en los caminos olvidados entre las ciudades abandonas. Los colores se habían descolorado y el tiempo se había atrincherado en el convento del consuelo entre días olvidados y nirvanas de plata.
La noche apenumbrada le cuesta trabajo llamar la muerte por su nombre. Parecen ya ahogadas todas las amistades con la vida. El alma es jalada por los pelos, arrebatada por el mismo demonio que se esconde en su desconsuelo. Y la lluvia, la lluvia no deja de salpicar en el pavimento.
Y es que el pensamiento no puede olvidar el recuerdo...
La lengua muda se trabo en la garganta, el sigiloso miedo lleno los pulmones de aire y apago el corazón con un soplido fulminante, no hubo tiempo de implorar perdón, no hubo tiempo de llorar o de encomendar el corazón.
Hay acusación en tu voz...
Deje que penetras asta en mis huesos, deje que tu amor brotara como sangre por todo mi cuerpo... mantuve el miedo ausente y las sombras se confundieron por un instante con el caos que ocasionaba tus besos...
Y así fue...
El alma fue agarrada del pelo, arrebatada sin remedio y estrangulada por una metáfora helada que se coló en una noche de desconsuelo.
~Vane
April/2006