Thursday, October 27, 2005

El redoble de campanas anuncia el final de la espera.

Dinnnn ...........

Donnnn ...........

Aun recuerdo como si fueran ayer...
Pasadas las 10 de noche, la espelma de la candela se amontonaba al lado de la llama viva pero aturdida ... no podía quitarle la vista de encima, esperaba con impaciencia para cambiarla por tercera vez... La cafetera silbaba atosigando el silencio que se amontonaba a ratos... pendientes del momento, del segundo o del instante.


Y es que ya llebavamos tres noches..., el ajuar estaba listo, las diligencias
completas, era solo esperar, esperar el soplo, esperar el frío, esperar...
A mis 17 años no sabia o quizás no entendía que era esperar realidad, esa noche aprendí que esperar puede ser apremiante, doloroso, definitivo...

Recuerdo la primera vez que tuve que esperar; Mi abuela Judith, llego esa misma mañana, con un par de colitas verde agua, de esas que parecían bolinchas, ¡qué emoción!, zapatos nuevos ( de esos con hebillitas a los lados), medias celestes ( con florcitas a los lados), y reloj de pitufos, ¡ay Dios! No podía esperar más. Era mi graduación de Kinder, ese día fuimos al restauran "El Diamante" a celebrar, bellaza de momento! recuerdo memorable, mi abuela me lanzaba esas sonrisas de orgullo y de ternura, aun conservo esa foto con mis dos colitas verde agua... me parece como un sueño.

Y ni que les cuento cuando nació mi hermano Alfredo... Eso fue una de esas esperas renegonas y ansiosas, mi abuela Judith siempre vivió con nosotros, así que ella se encargaba de darnos de comer, ¡mmm! La comida que ella hacia era algo así como lo mejor del mundo en eso días. Mi hermano por fin llegó, y yo, no allába ni donde encaramarme, estaba feliz, preguntando asta por los codos( ¿porque las manos tan pequeñas, porque los ojos cerrados, por donde nació, que paso con la panza de mi mama? etc) creo que mi pobre mamá, quedó aturdía... yo tenia no menos de 7 años. Me sentía realizada, ¡la felicidad no me cabía en el pecho¡ en parte era porque aun seguía en comandancia de mi reinado... la única mujer entre mis tres hermanos. Esos días dormí con mi abuela, no sé si era porque mi mamá estaba ocupada con mi hermano o solo era porque fue una de esas épocas en las que más me sentí cerca de mi abuela.



El sonar de los pasos de la gente se entre cortaban con los rezos, (Santa Maria, madre de dios ruega por los nosotros los pecadores...) Los cantos me parecían un tanto espeluznantes y en lugar de ayudar a calmar el dolor solo me hacían sentirme mas desconsolada. Vivamente recuerdo el señor de barba blanca “Don Ivan” cantando esa canción con esa voz ronca y de miedo, hasta el día de hoy que aún saca escalofríos (la muerte... donde esta la muerte... donde esta mi muerte...)
Que cosa tan difícil fue caminar esa tarde hacia el cementerio.
El cielo paso llorando con nosotros toda tarde, se detuvo solo para que pudiéramos caminar esos 45 minutos entre el barrial y los llantos.

Eran exactamente las 2am de mañana nunca lo olvidare... allí estaba al pie de su cama, abrazando a mi madre, me quede mirando con sentimientos inexplicables, aturdía pero curiosa. Ella arrugaba la cara, le costaba respirar, él frió era aniquilador. Yo solo me preguntaba si ella estaba viendo la luz... Su frágil cuerpo se estremecía, se atilintaba, el miedo se dibujaba en su arrugado rostro, deseaba ayudarla, pero yo esta congelada, ¡la muerte abruma asta los mas sentidos sentimientos! ese era el final de su existencia, colandose en medio de la vida, terminando sin nada que nadie pudiese haber echo, era su simple y esperado final.... Dos lagrimas le recorrieron el rostro. Y de pronto quedo como en un sueño, pero luego al instante volvió a la vida, esta vez para tirar un ultimo suspiro, fuerte... alli despidio a la vida, y término allí nuestra espera... Mi abuela Judith, la madre de mi padre, término sus días de espera sin pena ni gloria.

Dinnnnn....... Donnnnn........

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